Lesión de LCA puede provocar la pérdida de propiocepción y hasta OA por no atenderla inmediatamente
El ligamento cruzado anterior (LCA) es un ligamento que conecta el fémur (hueso del muslo) y la tibia (hueso de la espinilla) y es vital para la estabilidad de la rodilla. Cualquier lesión o ruptura de este ligamento puede causar dolor y aflojamiento de la rodilla, incluso con actividad normal. Estas lesiones ocurren con más frecuencia en los deportistas que someten al LCA a mucho estrés.
En Estados Unidos de América la incidencia es de una en 3 mil pacientes; de ellas, 30% son traumáticas y 70% no traumáticas. La mayor incidencia de lesiones del LCA se produce como consecuencia de traumatismos indirectos sobre la rodilla durante la práctica deportiva en pacientes jóvenes, las cuales frecuentemente, no son diagnosticadas en el momento inicial.
La descripción de todos los pacientes que tuvieron una rotura de ligamento cruzado anterior es similar a lo siguiente: al estar practicando un deporte, jugando fútbol, corriendo o caminando, sienten que la rodilla “se les va” y, acto seguido, experimentan un dolor muy intenso.
El diagnóstico está compuesto por tres aspectos indivisibles:
- El primero es el clínico, éste se obtiene luego de escuchar la narración del paciente acerca de las sensaciones y la forma en que se produjo la lesión.
- Después viene el examen físico, que es la revisión de la rodilla, donde se busca detectar si hay inestabilidad y si la función del ligamento está conservada. Para ello existen distintos tipos de test, en el hospital se usa el cajón anterior, la prueba de Lachman y el pivot shift. Los tres son estudios orientativos.
- Por último, se pueden llevar a cabo estudios con imágenes, como radiografías o resonancias magnéticas, para descartar lesiones óseas.
Los sitios de inserción femoral y tibial del ligamento cruzado anterior (LCA) contienen mecanoreceptores como los corpúsculos de Pacini, las terminaciones de Ruffini y órganos tendinosos de Golgi, los cuales juegan un papel importante en la propiocepción (la capacidad del cuerpo de detectar el movimiento y posición de las articulaciones). Por lo tanto, las rupturas del LCA no solo crean inestabilidad mecánica (aflojamiento de la rodilla) sino que también pueden dañar la propiocepción.
De acuerdo con lo anterior, en un estudio longitudinal prospectivo que se aplicó a 76 pacientes con diagnóstico de rotura del LCA, tuvo el objetivo de comparar la propiocepción y la estabilidad postural de los pacientes con rupturas agudas (tiempo de la lesión menor a 3 meses) y crónicos (tiempo de la lesión mayor a 3 meses) del LCA y evaluar la correlación entre el intervalo de tiempo después de la lesión y la propiocepción. De los 76 pacientes, 48 fueron con rupturas agudas y 28 con rupturas crónicas y entre estos sujetos se comparó la fuerza muscular del muslo, la estabilidad postural y la sensación de la posición articular.
La fuerza del músculo y los índices de estabilidad en los lados afectados y no afectados eran similares en los grupos de ruptura aguda y crónica de LCA. La sensación de la posición articular (RPP) en el lado afectado fue significativamente mayor en el grupo de ruptura crónica que en el grupo de ruptura aguda del LCA (7.8º VS 5.6º, p=0.041). A su vez, dos de los tres índices de estabilidad y RPP fueron significativamente mayores en el lado afectado que en el lado no afectado en el grupo de ruptura crónica del LCA. Tomados en conjunto, estos resultados indican que un tiempo más largo transcurrido desde la lesión hasta la cirugía resulta en una peor propiocepción y estabilidad postural en las rodillas con lesión del LCA.
En otro estudio de cohorte retrospectivo se incluyeron 8.769 casos de pacientes con lesiones del LCA inscritos de agosto de 1996 a diciembre del 2013 en Taiwán, esto incluía grupos con y sin reconstrucción de LCA. El objetivo fue apoyar la función protectora de la reconstrucción de LCA contra el desarrollo de la osteoartritis (OA). Como resultados, hubo una menor incidencia acumulada de la OA entre los pacientes con reconstrucción de LCA (271.33, 1%) que entre los pacientes sin reconstrucción (1.87440. 40,3%).
Esto indicó que la reconstrucción del LCA podría no proporcionar protección completa contra el desarrollo de la OA después de una lesión traumática de rodilla, pero si una menor incidencia en el desarrollo de la OA y reemplazo total de rodilla. Por lo tanto, para reducir los riesgos de osteoartritis y prevenir la pérdida de la propiocepción, la reconstrucción del LCA se debe realizar tan pronto como la hinchazón de la rodilla haya disminuido y se haya recuperado el rango de movilidad.
Los objetivos del tratamiento fisioterapéutico tras la lesión del LCA serán restaurar la función articular (estabilidad y cinemática) a corto plazo y prevenir la aparición de alteraciones degenerativas articulares a largo plazo; tratar el dolor y la inflamación con los diferentes agentes físicos, así como ejercicios propioceptivos y de fuerza muscular para mejorar la estabilidad articular.
Revisores de la información: Cassandra Saldaña Pineda (Unidad de Administración del Conocimiento), Brenda Giselle Alvarez Rodriguez y Perla Karime Olais Vega (Unidad de Investigación en Salud Pública).
Fuentes:
- Artículo: “Lesiones del ligamento cruzado anterior”. Ayala-Mejías JD y cols. Acta Ortopédica Mexicana 2014; 28(1): Ene.-Feb: 57-67
- Artículo: “Asociación de Lesión de Ligamento Cruzado Anterior con Osteoartritis de Rodilla y Reemplazo Total de Rodilla: Un Estudio de Cohorte Retrospectivo de la Base de Datos del Seguro Nacional de Salud de Taiwán”. Journal PubliCE 2018.
- Artículo: “Efecto del Tiempo Después de la Ruptura del Ligamento Cruzado Anterior sobre la Propiocepción y la Estabilidad Postural”. Journal PubliCE 2019.
- American Academy of Pediatrics
- MedlinePlus