UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN

CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO EN CIENCIAS DE LA SALUD

Trastornos de personalidad contribuyen a la violencia de pareja

Trastornos de personalidad contribuyen a la violencia de pareja

La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer”, en su artículo 1 se define como todo acto de violencia por razones de sexo que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto en la vida pública como en la privada.

La violencia contra la mujer en la pareja es uno de los problemas de salud pública actualmente más importantes por su creciente incidencia y mortalidad. Aproximadamente, un tercio de las mujeres de todo el mundo son víctimas o supervivientes de maltratos, violaciones e intentos de asesinato. Este problema resta años de vida de las personas que lo sufren, porque causan lesiones físicas que incluso pueden provocar la muerte; y psicológicas, que tienen que ser tratadas durante largos años.

Entre los factores de riesgos de violencia de pareja se encuentran los siguientes:

  • Un bajo nivel de instrucción (autores de violencia sexual y victimas de violencia sexual)
  • Fallas a nivel de resolución problemas
  • Un historial de exposición al maltrato infantil
  • La experiencia de violencia familiar
  • El trastorno de personalidad antisocial
  • El uso nocivo de alcohol
  • El hecho de tener muchas parejas o de inspirar sospechas de infidelidad en la pareja
  • Las actitudes que toleran la violencia
  • La existencia de normas sociales que privilegian a los hombres o les atribuyen un estatus superior y otorgan un estatus inferior a las mujeres.

Una investigación que tuvo el objetivo de determinar la incidencia de los rasgos de personalidad desadaptativos del agresor y la víctima dentro de esta problemática, concluyó que los rasgos de personalidad desadaptativos contribuyen en el surgimiento, mantenimiento y agudización del ciclo de violencia. Así mismo, el inadecuado manejo emocional y las fallas a nivel de resolución de problemas incrementan la posibilidad de sufrir violencia.

Los diferentes tipos de violencia se relacionan con diferentes rasgos de personalidad, por ejemplo: la violencia física en niveles menores, se presentó en perfiles de tipo evitativo, moralista y de daño encubierto; en niveles moderados y elevados, en perfiles de tipo descarga al medio con conductas destructivas e inadecuada expresión afectiva.

A nivel de la violencia psicológica: los niveles moderados se relacionaron con rigidez y daño encubierto; en niveles elevados, con expresión afectiva inadecuada, poca empatía, impulsividad y no percibir las contingencias de las acciones. Y a nivel sexual, en puntajes moderados, se relacionó con desconfianza, inadecuada expresión afectiva y no percibir contingencias de las acciones; a niveles elevados con reacciones explícitas y falta de empatía.

Otros estudios coinciden en que casi un tercio (30%) de todas las mujeres que han tenido una relación, han sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja. Las estimaciones de prevalencia de la violencia de pareja oscilan entre el 23,2% en los países de ingresos altos y el 24,6% en la región del Pacífico Occidental, al 37% en la región del Mediterráneo Oriental y el 37,7% en la región de Asia Sudoriental.

El 38% de los feminicidios que se cometen en el mundo son perpetrados por la pareja. Además de la violencia conyugal, el 7% de las mujeres refieren haber sufrido agresiones sexuales por personas distintas de su pareja, sin embargo los datos a ese respecto son más escasos. Así mismo, los actos de violencia de pareja y violencia sexual son cometidos en su mayoría por hombres contra mujeres.

Las consecuencias de la violencia contra las mujeres son muy amplias e influyen en todos los aspectos de sus vidas, su salud y la de sus hijos; suele clasificarse como una lesión intencionada, incluida a veces junto con las enfermedades no transmisibles. La violencia contra la mujer, especialmente la domestica, conlleva muchas consecuencias negativas para la salud física. Entre ellas se encuentran las lesiones traumáticas, (desde cortes y hematomas a lesiones graves que causan una incapacidad permanente, como la pérdida de audición), el embarazo no deseado, los problemas ginecológicos, el dolor pélvico crónico asociado a veces con una enfermedad inflamatoria pélvica, la hipertensión, entre otras.

Se recomienda resaltar la necesidad de establecer normas y actitudes sociales que favorezcan la igualdad de los géneros y de las relaciones sexuales, comenzando desde la infancia y la adolescencia; poner énfasis en las investigaciones realizadas en nuestro país para avanzar en el conocimiento de las causas de la violencia, su impacto en la salud y cómo prevenirla; y buscar ayuda de especialistas desde los primeros indicios, para auxiliar en la resolución de problemas y trastornos de personalidad.

 

Revisores de la información: Ma. Guadalupe Janeth Arévalo Ortiz, Brenda Giselle Álvarez Rodríguez (Unidad de Investigación en Salud Publica) y Cassandra Saldaña Pineda (Unidad de Administración del Conocimiento).

Fuentes:

  • Artículo: Álvarez-Dardet, S. M., Padilla, J. P., & Lara, B. L. (2013). La violencia de pareja contra la mujer en España: Cuantificación y caracterización del problema, las víctimas, los agresores y el contexto social y profesional. Psychosocial Intervention22(1), 41-53.
  • Artículo: Irazoque, Eiza, & Hurtado, Margareth. (2003). Violencia conyugal y trastornos de personalidad. Ajayu Órgano de Difusión Científica del Departamento de Psicología UCBSP, 1(1), 29-74.
  • Chaib, F., Orton, J., Steels, K., & Ratsela, K. (2013). Estimaciones mundiales y regionales de la violencia contra la mujer: prevalencia y efectos de la violencia conyugal y de la violencia sexual no conyugal en la salud. Ginebra: Organización Mundial de la Salud.