Mujeres con trastornos alimenticios embarazadas o que buscan someterse a un tratamiento de fertilidad requieren monitoreo especial
Los trastornos de la alimentación o alimenticios, son problemas de conducta en los que una persona puede comer en exceso o no comer lo suficiente. Entre los tipos más frecuentes se encuentran la anorexia nerviosa, que es cuando la persona adelgaza notablemente y tiene la percepción de estar pasada de peso, razón por la que deja de comer; y la bulimia nerviosa, que es cuando la persona come con más frecuencia de lo normal debido a purgas, es decir, vómitos autoprovocados o uso de laxantes.
Está comprobado que este tipo de trastornos pueden causar mayores problemas debido a la alimentación inadecuada, como los problemas en el corazón, en los riñones e incluso la muerte. Las mujeres son el grupo de población que mayor probabilidad tiene de padecer esos trastornos, los cuales pueden comenzar durante la etapa de la adolescencia e incluso acompañados de otros trastornos psicológicos como la depresión, ansiedad, adicciones, etc.
Estudios hacen énfasis en que los trastornos alimentarios pueden tener un impacto mayormente significativo sobre el embarazo, el parte y el bienestar del bebé durante su desarrollo, es por eso que las mujeres con diagnóstico actual o de por vida de alguno de estos trastornos necesitan ser monitoreadas en caso de que estén embarazas o quieran recibir ayuda para la reproducción asistida.
De acuerdo a algunos autores, la prevalencia de por vida para cualquier trastorno de alimentación es aproximadamente del 6%; y al menos 5% de las mujeres experimentan algún tipo de estos trastornos durante el embarazo. Así mismo, estas dos variables están relacionadas, ya que una secuela altamente prevalente en las mujeres es la infertilidad, esto debido a que el eje hipotálamo – pituitario – gonadal, es la parte del cerebro en que hay afectaciones por los comportamientos alimenticios irregulares y / o desnutrición, y esto a la vez es una causa de infertilidad en los trastornos alimenticios.
Uno de los principales problemas ante esta situación es que existen barreras al momento de identificar algún trastorno de alimentación en las mujeres que buscan un tratamiento de fertilidad, ya que no informan los síntomas al profesional de la salud y éste no le da la importancia debida a las conductas alimentarias. En un estudio se menciona que hasta el 58% de las mujeres infértiles con amenorrea u oligomenorrea (ausencia de periodos menstruales o menstruación infrecuente) padecen algún tipo de trastorno alimenticio; así mismo, las mujeres que padecen algún trastorno de alimentación están sobrerrepresentadas entre quienes buscan tratamiento de fertilidad.
En un estudio se mostró que el 20.7% de las mujeres que se sometieron a inseminación intrauterina cumplieron con los criterios para un trastorno de alimentación pasado o presente y ninguna de estas mujeres había hablado sobre sus hábitos alimenticios con sus profesionales médicos durante el tratamiento de fertilidad. Este es un dato interesante, puesto que las tasas de aborto espontáneo y aborto inducido son más altas en mujeres con estos antecedentes.
Otros estudios de impacto mundial han demostrado que los trastornos alimenticios tienen consecuencias negativas en los resultados del embarazo, como el parto prematuro, el bajo peso al nacer, los bajos puntajes de Apgar (examinación del proceso de nacimiento y su evolución por fuera del vientre materno) e incluso la muerte perinatal.
Después del nacimiento las mujeres que sufren estos trastornos tiene dificultades para amamantar y/o alimentar a sus bebés y se pueden generar otros trastornos como depresión posparto, lo cual aumenta con una tasa de 45.5%. Los niños nacidos de madres que sufren de depresión posparto mostraron mayores niveles de negatividad emocional a los 2 años de edad; lo cual puede generar otras complicaciones como problemas de conducta a partir de los 3.5 años de edad y siete veces más probabilidades de sufrir depresión a los 18 años.
Las mujeres con trastornos alimenticios a menudo subestiman las consecuencias del embarazo en su bienestar psicológico y, por lo tanto, en el bienestar de su descendencia. Con base en toda esta literatura, los autores sugieres que las mujeres diagnosticadas con algún trastorno alimenticio necesitan monitoreo especial antes del tratamiento de fertilidad y también durante el embarazo, así como después del parto y durante el período postnatal. Es indispensable un enfoque interdisciplinario, que incluya la atención de salud mental.
Igualmente, es muy importante la capacitación médica para todos los profesionales involucrados, una mayor conciencia y alerta en la identificación de estos trastornos. Al evaluar la historia es importante motivar a las mujeres que pasaron o pasar por esas afecciones para comenzar psicoterapia antes de iniciar el tratamiento o su deseo de ser madres.
Revisores de la información: Brenda Giselle Alvarez Rodriguez (Unidad de Investigación en Salud Pública) y Cassandra Saldaña Pineda (Unidad de Administración del Conocimiento).
Fuentes:
- Artículo: “Clinical management of females seeking fertility treatment and of pregnant females with eating disorders”. Georgios Paslakis, Martina de Zwaan. (2019). European Eating Disorders Review, Volume 27, Issue 3. https://doi.org/10.1002/erv.2667
- Biblioteca Nacional de Medicina de los EE. UU.