Las picaduras de garrapatas no reconocidas pueden retrasar el diagnóstico a tiempo de la Enfermedad de Lyme
La enfermedad de lyme es una infección bacteriana que se transmite a través de la picadura de una garrapata. Las garrapatas de patas negras, también conocida como garrapatas del venado, pueden portar la bacteria llamada Borrelia burgdorferi, que pudieron haber adquirido mientras se alimentaban de pequeños roedores. Es necesario aclarar que no todas las especies de este insecto portan la bacteria.
Los síntomas de esta enfermedad en etapa 1 (temprana), comienzan días o semanas después de la picadura, entre ellos se encuentran: Fiebre y escalofríos, malestar general, dolor de cabeza, dolor articular, dolores musculares y rigidez en el cuello. Si estos signos no son atendidos, la bacteria puede diseminarse a otras partes del cuerpo como el cerebro, el corazón y las articulaciones, y entonces pueden aparecer los síntomas de la etapa 2 (diseminación temprana), que pueden ser: entumecimiento o dolor en la zona del nervio, parálisis o debilidad en los músculos de la cara, problemas del corazón o latidos irregulares con dolor torácico y dificultad para respirar. En la etapa 3 (diseminación tardía), los signos más comunes son: movimiento muscular anormal, hinchazón articular, debilidad muscular, entumecimiento y hormigueo, problemas del habla y problemas cognitivos. Estos síntomas pueden aparecer meses o años después de la infección.
Según datos de la Clínica Lyme México, de octubre del 2016 a mayo del 2018, se detectaron 63 casos de la enfermedad. En el noreste de los Estados Unidos la cifra ha aumentado drásticamente con más de 300 mil casos nuevos cada año, según la CDC. Los factores de riesgo son diversos, pero el realizar actividades al aire libre (como la jardinería, cacería, excursionismo), tener una mascota que pueda llevar garrapatas a la casa o caminar entre pastizales altos, incrementan la exposición a estos vectores.
Las opciones de vestimenta, los factores ecológicos y climáticos, el aumento de roedores en zonas urbanas y el aumento de la densidad de garrapatas han provocado el incremento drástico de casos de la enfermedad. Un estudio que utilizó un enfoque de dinámica de sistemas (SD) para evaluar el riesgo de exposición a la enfermedad, menciona que la falta de conocimiento del proveedor de atención médica, los síntomas no específicos y las picaduras de garrapatas no reconocidas pueden retrasar el diagnóstico a tiempo, llevando a la enfermedad a una etapa crónica.
Las diferencias en el clima, las estrategias de prevención dentro de cada estado, el conocimiento del público, el reconocimiento de los síntomas por parte de los médicos y la exposición humana a las garrapatas, son otros factores que pueden influir en la variación de las tasas de incidencia del Lyme. Un modelo basado en agentes desarrollado para Escocia, muestra que una temperatura más alta influye en la población de garrapatas al afectar el comportamiento, la fertilidad y la tasa de supervivencia y las condiciones necesarias del hábitat de los huéspedes, lo que podría contribuir a una mayor frecuencia de contacto garrapata-huésped y transmisión de patógenos.
Vayssier-Taussat et al. (2013), menciona que el desarrollo de nuevos métodos de diagnóstico es muy necesario. Los nuevos métodos de PCR y las nuevas técnicas genómicas, como la secuenciación de alto rendimiento, podrían resultar prometedoras para identificar la mezcla compleja de agentes microbianos que probablemente estén involucrados en dicha enfermedad.
Revisores de la información: Brenda Giselle Alvarez Rodriguez (Unidad de Investigación en Salud Pública) y Cassandra Saldaña Pineda (Unidad de Administración del Conocimiento).
Fuentes:
- Artículo: “Model-based risk assessment and public health analysis to prevent Lyme disease”. R Soc Open Sci. 2017 Nov; 4(11): 170841.
- Artículo: “Lyme and associated tick-borne diseases: global challenges in the context of a public health threat”. Front Cell Infect Microbiol. 2014; 4: 74.
- Centers for Disease Control and Prevention
- MedlinePlus